Crónica de una boda

Uf, no veas qué cansancio tengo en el cuerpo. Las bodas deberían tener una semana de vacaciones después de la celebración, pero también para los asistentes. La dura vida del invitado, ser el alma de la fiesta al fin y al cabo, no es cualquier cosa. Os comento.
El hotel donde fue la celebración (y al que estabamos invitados en régimen de alojamiento y desayuno) era un ***** en primera línea de playa aunque también tenía sus piscinicas por ahí. Llegamos allí a eso de las 13h, aproximadamente. Salimos temprano, pero había cola en la carretera ocasionada por una furgoneta que había ardido absolutamente, tuvo que ser la leche. En fin, como no podíamos entrar todavía a la habitación, tuvimos que estar en la pisci tomando una cervecita y eso hasta que nos llamaron. A las 14h subimos a la habitación por fin, nos cambiamos y tal, para estar acordes con la situación. Yo tenía peluquería a las 15:30, así que tuvimos que comer allí mismo, en la piscina, para irme corriendo a peinarme.
En la pelu estuve bien, relajadita y eso, pero me soplaron 27€ del ala por lavarme y peinarme. No me hubiera importado si al menos no se me hubiera rizado por la noche con toda la humedad, pero en fin, iba monísima! Mientras nos estábamos arreglando llamaron a la puerta de la habitación. Era un chaval que nos traía un regalo de los novios: una botella de mistela y dos tabletas de turrón de Alicante, con una carta muy bonita y todo ello en una cajita de madera envuelta en tul. Lo cierto es que te hacían sentir super querido.
A las 19h estábamos en la iglesia (que estaba bastante cerquita del hotel) y nos pusimos a sudar todos como cerdos porque le daba el sol de pleno y no tenía aire acondicionado ni nada parecido. ¡Un calor! Los hombres lo tuvieron que pasar malamente. Bueno, una anécdota: cuando el cura se puso a hacer la cola para repartir ostias sólo se acercó UNA PERSONA, sólo comulgó una señora de más de 100 personas que éramos allí. Yo flipé pero es que al cura se le quedó una cara que ojalá le hubiera hecho una foto xD. La misa se hizo eterna, pero por fin salimos.
A las 21h otra vez p'al hotel, que hay cóctel. El novio es distribuidor de jamones (o algo así) y el año pasado eligió los cerdos que iba a servir en su boda en forma de jamón ¡DIOS, QUÉ ELECCIÓN! un jamón señores, que se te caían las lágrimas de bueno que estaba. Había tres tíos cortando jamón en la terraza y no daban abasto, ¡todos queríamos más! (no me ha hecho falta ni taparle la cara al tío del jamón, jeje).
Voy a tener que poner más fotos, porque vale la pena que veáis las vistas que teníamos desde la terraza donde se hizo el cóctel y la cena. Un sitio precioso.
De la cena, lo mejor fue la gente con la que nos sentamos, que esperpento madre mía. Nos lo pasamos bastante bien, aunque la música del guateque fue más mala pfffff y las copas con refresco de serpentín y con un hielo autodestructivo que desaparecía a los 10 segundos de meterlo en la copa... pero da igual, me hincho de la misma forma.
Esta mañana por poco no pillamos el desayuno, pero ha sido eso "por poco". Me he puesto las botas pero tres veces, ¡buas! Revuelto, patatas fritas, salchicha, zumo de naranja, café, croissant con mantequilla y mermelada Y ensaimada con mantequilla y mermelada. También he robado un poco de mermelada para mi casa, pero eso no cuenta. Cuando hemos ido a la playa a las 12 pensaba que se me iba a cortar la digestión. A estas horas, las 18h, todavía no he comido y no tengo ni hambre wajaja.
Pues nada más chicos, espero que os guste el reportaje y que sea suficiente exhaustivo. Para terminar una foto en la que salga el churri, que si no parece que me fui yo sola ^^.Por orden de aparición: Luis (novio de Paula), Paula (colega del trabajo del churri), Inés (evidentemente, la novia y colega del trabajo del churri), mi churri, yo misma, Elena (novia de Pedro) y Pedro (colega del trabajo del churri). Si queréis ver alguna más grande, clic sobre ella.