Cuando me quedé embarazada de Eloisa, Eduardo, mi hijo mayor, tenía apenas seis meses. Nunca se me olvidará la sensación de pánico que me entró cuando me descubrí preñada. Me hice como seis pruebas de embarazo de orina, todas positivas y aun así pregunté para hacerme un análisis, porque no me lo podía/quería creer. El embarazo fue tan bien como el primero, quizá algo más cansada, lógicamente, pero todo estupendo.
Pues de esto hace ya tres años, desde ese día en el que flipé con el palito hasta hoy. Eloisa ya no lleva pañal y ayer le desmontamos la cuna para ponerle una cama de mayor. Ya no tengo que darle a nadie el pecho, poner un body, cambiar un pañal, enseñar a andar, a decir mamá y papá... Todas esas cosas se pasan tan rápido, que cada vez le doy menos importancia a las rabietas, los no quiero dormir o llevar el no por bandera. Esa época es tan fugaz que cada vez estoy más convencida de que no sirve de nada quejarse, ni las fórmulas magistrales de crianza. Básicamente, lo que mejor me funciona es la paciencia y la perseverancia.
Con Eduardo no me dio tiempo a echar de menos las cositas de bebés, ahora me estoy dando cuenta de que el tiempo se va para no volver y en serio, echo de menos desde la emoción de la barriga creciendo, las patadas, el parto, la lactancia... ¡Pues ten otro niño!, me diréis. No es tan fácil, oye, que ya tengo dos y son muy pequeños, y tengo un trabajo que cuidar y unas abuelas y hermanos de los que no se puede abusar más. Lo cierto es que si no estuviera el país como está me tiraba a la piscina, me pegaba ahorrando todo el embarazo y me pedía una excedencia como una casa. Pero claro, esto es una utopía, las crisis, el paro, Rajoy bla bla bla...
Como veis, al final acabamos hablando de lo mismo, y eso señores no lo voy a permitir por estos lares.
Xoxo.
14/1/13
Eloisa se hace mayor
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1 comentario:
Tú por las noches acuérdate de que la cuna está ahí debajo en el canapé esperando su turno :D.
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